martes, 7 de febrero de 2017

El presidente de medicusmundi Internacional participa en el II Congreso de Cooperación Internacional de la OMC


A continuación reproducimos la entrevista al Presidente de medicusmundi Internacional, Carlos Mediano, publicada en la web de la FOMCI
 
Carlos Mediano, médico cooperante en sitios como Camerún o Kenia, y presidente de la Federación Medicusmundi Internacional, participó en el II Congreso de Cooperación Internacional de la Organización Médica Colegial (OMC), los días 26 y 27 de enero en Santander, para hablar sobre el papel y la labor del médico cooperante, que, a su juicio, “se ve amenazada por multitud de factores externos”. Según cuenta en esta entrevista, “en el mundo se destina a armamento 10 veces más dinero que a cooperación”

Este encuentro, organizado por la Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC (FCOMCI) y el Colegio de Médicos de Cantabria, permitirá, para el Dr. Mediano, “visibilizar la figura del cooperante, muy reconocida socialmente, pero no tanto profesionalmente”.

El presidente de Medicusmundi Internacional ve imprescindible que “entre todos” podamos asegurar la calidad del trabajo del cooperante que se ve amenazado por multitud de factores externos, como puede ser la inseguridad, la falta de medios o la falta de reconocimiento institucional. “Es un personal –asegura- que sacrifica parte de su vida por el sueño de alcanzar una buena salud para todas las personas del planeta”.

Además, en cooperación considera la tarea “más importante” formar en todos los proyectos a los cuadros locales para que “cuando acabemos el proyecto se continúe la tarea” porque, a su juicio, la finalidad última de la cooperación “sería que ésta no fuera necesaria, y que el personal de cada zona pudiera solucionar los problemas sanitarios de su población”.

¿Cuál es el papel del médico en la cooperación internacional para el desarrollo y la intervención humanitaria?

En estos momentos el papel del personal médico en la cooperación internacional está cambiando mucho. En los años 70 y 80 lo que primaba era la asistencia directa a los enfermos en países empobrecidos en hospitales de la zona, posteriormente se empezó a trabajar más en Atención Primaria de Salud y en la coordinación de proyectos, donde la formación del personal local tenía cada vez más relevancia. En estos momentos, donde convivimos con un mundo globalizado y el derecho a la salud se presupone que es universal, debemos trabajar tanto directamente en los países más empobrecidos como en las causas que provocan la mala salud mundial, y muchas de estas causas están en nuestros propios países.

¿Qué retos afronta la cooperación internacional actualmente? ¿En qué medida los frecuentes ataques contra la asistencia sanitaria en países en conflicto han afectado a la ayuda humanitaria?

Hay que diferenciar la cooperación sanitaria al desarrollo a largo plazo y la acción humanitaria. La primera tiene como mayor reto el conseguir el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), que es la prioridad que se ha marcado la comunidad internacional para 2030. Entre estos ODS hay uno de salud, cuyo mayor reto posiblemente sea lograr la cobertura sanitaria universal (CSU), para poder acabar con la inequidad en salud que hay en el mundo. Tenemos los conocimientos y la capacidad técnica para, por ejemplo, acabar con la mayor parte de la mortalidad infantil y materna en el mundo, pero siguen muriendo cada año millones de menores de 5 años y cientos de miles de mujeres embarazadas por causas evitables. Tampoco podemos olvidar que los problemas de salud están determinados por muchas causas, además de las carencias en los sistemas sanitarios. La pobreza, la inequidad de género, la malnutrición o la escasez de agua son en algunos lugares más determinantes de la salud de la población que su propio sistema de salud.

En cuanto a la acción humanitaria, estamos viviendo un momento donde las crisis se cronifican, y actualmente apenas se cubren las necesidades humanitarias de la mitad de las personas que la necesitan. Y la seguridad, tanto del personal sanitario como de la población general se ve constantemente vulnerada en los países en conflicto, dificultando una tarea que ya de por si es enormemente compleja, y sin que la comunidad internacional haya encontrado una solución a este problema.

¿Cuál ha sido el impacto de la crisis en las ayudas a la cooperación?

Desgraciadamente, la crisis ha afectado enormemente a las ayudas en cooperación. En España, por ejemplo, estamos dedicando a cooperación sanitaria 10 veces menos que en 2009. Y personalmente pienso que lo peor es la sensación que se ha generalizado de que la cooperación es una política prescindible, que como nosotros tenemos problemas, primero nosotros. El derecho a la salud, a nuestra salud, a la de nuestras familias, se basa en que es un derecho universal, de todas las personas, y no un derecho individual de cada uno de nosotros. Y si no defendemos este derecho en el mundo, puede que un día tampoco lo tengamos nosotros. Además, no es verdad la creencia generalizada de que no hay más opciones. En el mundo se destina a armamento 10 veces más dinero que a cooperación, tendremos que decidir si éste es el mundo que queremos.

¿Se necesitan más médicos cooperantes?

Depende del contexto y situación, pero lo que sí creo es que se necesitan perfiles distintos a los de hace algunos años. Por ejemplo, en América Latina tienes personal médico local muy bien formado que hace poco necesario el envío de médicos asistencialistas, aunque puede ser necesarios en algunos contextos. Y sin embargo en África no tienes ese personal cualificado, por lo que puede ser más necesario, pero nos encontramos con el problema del idioma. Quizás la tarea más importante a realizar en todos los proyectos es formar a los cuadros locales para que cuando acabemos el proyecto se continúe la tarea, porque la finalidad última de la cooperación sería que ésta no fuera necesaria, y que el personal de cada zona pudiera solucionar los problemas sanitarios de su población. Pero desgraciadamente aún falta mucho para poder conseguirlo.

Como cooperante en países como Camerún o Kenia. ¿Cuáles son las mayores necesidades del colectivo médico cooperante y/o voluntario en el terreno?

Personalmente pienso que la primera necesidad es la formación, no solamente sanitaria, sino también para saber cómo debes moverte en un contexto diferente, e incluir también formación para reciclarte cuando vuelves. Entre esta formación tenemos que añadir unos conocimientos de salud pública para poder enfrentarte a esa visión multidimensional de la salud de la que hablaba anteriormente.

En el trabajo en el terreno sería muy interesante, dada la carencia de medios diagnósticos y terapéuticos, de poder optar a un apoyo técnico online, aunque esto no sea siempre posible por ahora, dado el contexto en dónde se trabaja. Por otra parte, mejorar las condiciones de seguridad del personal es otro de los elementos clave, sobre todo en contextos de conflictos. Finalmente, no debemos olvidar la necesidad de un apoyo y un reconocimiento profesional, que debería poder plasmarse a tu vuelta, con una valoración acorde con la complejidad del trabajo realizado cuando se opte a una plaza pública.

¿Considera que este Congreso es un espacio idóneo para poner en valor la labor del cooperante y denunciar las situaciones donde se vulneran sus derechos?

Espacios como los de este Congreso permiten visibilizar la figura del cooperante, que es muy reconocida socialmente, pero no tanto profesionalmente.

Como presidente de la Federación Medicusmundi Internacional que aglutina 18 organizaciones de diferentes países. ¿Considera relevante el trabajo en red con los distintos actores implicados (cooperantes, ONG, instituciones locales) para garantizar de forma integral la asistencia sanitaria a las poblaciones vulnerables?

No es sólo relevante, es imprescindible trabajar en red. Nadie lo sabe todo, e intercambiar conocimientos y experiencias es la mejor forma de mejorar tu trabajo y la sostenibilidad de las acciones.

Además, te permite unir esfuerzos para luchar contra problemas que superan el ámbito local de tu propio proyecto, como puede ser el acceso a medicamentos, la crisis de falta de personal sanitario en todo el mundo, o reflexionar sobre qué modelo de sistema sanitario es el más equitativo y eficaz.

¿Cuál el trabajo que desempeña Medicusmundi?

Medicusmundi Internacional (MMI) es una red de 18 organizaciones (incluida la Federación de Asociaciones de Medicusmundi en España) de 11 países, que nació en 1962. La red promueve el acceso a la salud y a la atención sanitaria como derecho humano fundamental. Trabaja en los campos de la cooperación sanitaria internacional y en el de la salud global. Pretende unir las realidades del trabajo en el terreno de la cooperación sanitaria con la incidencia política en salud global. Y para ello cuenta con grupos de trabajo sobre efectividad de la cooperación internacional, los recursos humanos sanitarios y la gobernanza global en salud. Todo este trabajo se muestra en distintos foros, como en la Asamblea Mundial de la Organización Mundial de la Salud, con quien nuestra organización está en relaciones oficiales, lo que nos da acceso a sus reuniones y consultas.

¿Con qué medios cuenta?

La red de MMI cuenta con los recursos de sus organizaciones miembro, que son quien la financia, lo que le hace independiente de cualquier actor público o privado.

¿Cómo valoraría la labor que hacen organizaciones como la Fundación para la Cooperación Internacional de la OMC de apoyo al colectivo médico cooperante y voluntario y garantizar las condiciones de seguridad en la que desarrolla su proyecto?

Esta labor de apoyo la considero esencial para mejora las condiciones de los cooperantes. No podemos olvidarnos que la labor de este colectivo puede ayudar a mejorar la salud de muchas personas en el mundo. Es imprescindible que entre todos podamos asegurar la calidad de un trabajo que se ve amenazado por multitud de factores externos, como puede ser la inseguridad, la falta de medios o la falta de reconocimiento institucional, de un personal que sacrifica parte de su vida por el sueño de alcanzar una buena salud para todas las personas del planeta. Porque la salud debe ser un derecho, no un privilegio.

lunes, 6 de febrero de 2017



6 de febrero: “Día Internacional de Tolerancia 0 contra la Mutilación Genital Femenina”,
Avances y retos en la lucha contra la mutilación genital femenina
Existen “prácticas nocivas”, amparadas en las tradiciones culturales, que constituyen una violación a los derechos humanos, poniendo en riesgo la salud y los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Entre estas prácticas tradicionales nocivas se incluye la mutilación genital femenina (MGF).

A día de hoy, se estima que  entre 140 y 200 millones de niñas y mujeres de todo el mundo han sufrido algún tipo de mutilación genital, de las cuales 44 millones son menores de quince años. Destacando negativamente el caso de Somalia, donde el porcentaje de mujeres afectadas por esta nociva tradición es del 98%.
Aunque, a nivel general,  su incidencia ha disminuido si no se frena esta práctica y la tendencia actual continúa, el número de niñas sometidas a MGF aumentará durante los próximos años, de modo que  hasta 2030, aproximadamente 30 millones de jóvenes estarían en riesgo de ser mutiladas antes de cumplir los quince años.
Desde que en 1997 la FNUAP y la UNICEF, en una declaración conjunta, se pronunciaran contra esta práctica nociva, hasta entonces“ invisibilizada “, se han realizado esfuerzos para luchar contra la MGF a través de la investigación, del trabajo con las comunidades en las que se practica y del cambio en las políticas públicas de los países en los que la ablación está tradicionalmente arraigada.
El “Protocolo de Maputo” en 2003, instó a los Estados a “prohibir y condenar toda forma de prácticas nocivas que afecten negativamente a los derechos humanos de las mujeres y que sean contrarias a las normas internacionales reconocidas”, en su artículo cinco habla de la obligación específica de eliminar la MGF.
En 2012, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una Resolución en la que condenaba la MGF y  pedía a los Estados Miembros que prohibieran y castigaran esta práctica, exhortaba a seguir observando el 6 de febrero como el “Día Internacional de la Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina”, aprovechando la ocasión para mejorar las campañas de sensibilización y tomar medidas concretas contra la MGF.
En febrero de 2016 la mutilación genital femenina se abordó desde Naciones Unidas como una prioridad entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible, marcándose como objetivo acabar con esta práctica y con el matrimonio infantil para el año 2030.
A este esfuerzo internacional se une el de muchos países donde la mutilación está tradicionalmente enraizada y así en algunos países africanos se han iniciado leyes que penan la práctica de la escisión. Por ejemplo, Burkina Faso cuenta desde 1996 con una legislación específica. En 2015, Gambia y Nigeria prohibieron por ley la MGF. En ese mismo año, en Somalia –el país con la prevalencia de la ablación más alta del mundo, el Ministerio de la Mujer propuso que esta práctica fuera ilegal. En 2016 se han producido los avances legislativos más importantes en la lucha contra la mutilación genital femenina.El Parlamento Panafricano, el órgano legislativo de la Unión Africana, aprobó en agosto de 2016 la prohibición de las prácticas de la mutilación genital femenina en sus 50 estados miembros, en virtud del Plan de Acción firmado por sus 250 diputados y representantes del Fondo para la Población de Naciones Unidas (FNUAP).
En Burkina Faso, país en el que Medicus Mundi Andalucía viene realizando un importante papel en su erradicación, gracias a  programas de cooperación sanitaria apoyando al “Comité Nacional de Lucha contra la Práctica de la Escisión”, sobre todo en las zonas rurales, de difícil acceso y con menos recursos, como en la sensibilización y formación de los profesionales sanitarios en contacto con mujeres que han sido mutiladas o están en riesgo de serlo, la MGF afecta al 76% de las mujeres entre 15 y 49 años y a un 13% de niñas entre 0 y 14 años, cifras que reflejan un considerable descenso en los últimos años.
Pero la MGF no es un problema que esté delimitado por fronteras geográficas y en virtud de los fenómenos migratorios, se estima que en España residen en torno a 57 mil mujeres de origen subsahariano y que en torno a unas 17 mil niñas están en peligro de sufrir mutilación genital, se trata de menores de 14 años, residentes en el territorio español, que proceden de países donde persiste la práctica de la ablación y que muchas de ellas corren el riesgo de ser mutiladas aquí o en sus países de origen cuando marchan de vacaciones. Nuestra legislación es explícita al respecto, con condenas a los progenitores que van desde la retirada de la patria potestad hasta doce años de prisión. Además, la Ley Orgánica 3/2005 acordó perseguir extraterritorialmente la práctica de la MGF.
En el estado español tenemos importantes retos tanto en la atención sanitaria a mujeres inmigrantes que fueron mutiladas en sus países de origen y como en la prevención de esta práctica en sus hijas.
Algunas Comunidades Autónomas -como Cataluña, Cantabria Aragón, Navarra, Euskadi y Andalucía -, han desarrollado sus propios protocolos interdisciplinares de actuación.
En el marco de la “Estrategia Nacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer”, la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género publicó un documento sobre “La Mutilación Genital Femenina en España” y en el año 2015 el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, publicó el “Protocolo común para la actuación sanitaria ante la Mutilación Genital Femenina”. Se trata de una herramienta para orientar actuaciones homogéneas en el conjunto del Sistema Nacional de Salud que permitan mejorar la salud de las mujeres y las niñas a las que se ha practicado la MGF, así como trabajar en la prevención y detección del riesgoen niñas que está en situación de vulnerabilidad. Este documento estatal es únicamente sanitario, pero no contempla las otras instancias implicadas, sobre todo educativas y sociales.
Desde Medicus Mundi  pensamos que en un país como España y especialmente  en aquellas zonas de destino de la población inmigrante como puede ser Andalucía, necesitamos visibilizar este problema, además de sensibilizar y formar a los profesionales de la educación, los servicios sociales y la sanidad que están en contacto con poblaciones en riesgo. Necesitamos materiales formativos, políticas y directrices para poder tratar y aconsejar a las mujeres que han sufrido algún tipo de mutilación, así como para prevenir la pervivencia de la práctica en sus hijas nacidas en España. En este sentido, la educación, la prevención, la detección y la atención son fundamentales para reducir la incidencia de la mutilación en las nuevas generaciones.

Es preciso seguir trabajando por la igualdad y los derechos de las mujeres, favoreciendo su acceso a la educación, la salud y a los procesos de toma de decisiones, de modo que la erradicación de la mutilación genital femenina sea una realidad.