Quedan 279 días para que llegue 2015, el año que se marcó la
comunidad internacional para dar cumplimiento a los Objetivos de Desarrollo del
Milenio (ODM). Desde hoy a la llegada del nuevo año morirán cada día 19.000
niños menores de 5 años, 800 mujeres por causas relacionadas por el embarazo o
el parto y la tuberculosis matará también a diario a 3.800 personas. Cifras que
demuestran que, aunque se han producido avances que debemos celebrar, muchos y
en poco tiempo, como se puede ver en la web de Naciones Unidas sobre los ODM (http://www.un.org/es/millenniumgoals/),
el marco que se planteaba en la
Declaración del Milenio, además de poco ambicioso carecía de algo fundamental,
que era plantearse cómo se iban a conseguir todos los objetivos y metas
planteados.
En un contexto en que la ayuda al desarrollo ha sufrido en
cuatro años un recorte del 70% y en el que, como nos recuerda Mercedes
Ruiz-Giménez, mientras "aquí contamos el número de parados, hay países
donde lo que se cuenta es el número de muertos", surge el planteamiento de
en qué vamos a centrar nuestros esfuerzos para garantizar el derecho a la salud
de todas esas personas excluidas que aún no pueden disfrutar del mismo. Es
decir, ¿cómo se tratará la salud en la
agenda para el desarrollo a partir de 2015?
En un mundo en el que cada
año unos 150 millones de personas se enfrentan a gastos sanitarios
catastróficos y 100 millones se ven arrastradas a la pobreza por el pago
directo de los servicios sanitarios, la Organización Mundial de la Salud
(OMS), se plantea la Cobertura Sanitaria
Universal como la vía primordial de trabajo: es decir, garantizar que todas
las personas puedan tener acceso a la salud aumentando la cobertura de los
servicios sanitarios.
Para Medicus Mundi este nuevo marco de referencia se queda corto, pues
si bien estamos de acuerdo en poner sobre la mesa sistemas de financiación que
eviten que la gente caiga al precipicio de la pobreza por pagar los servicios
sanitarios, ésta sería sólo una parte del trabajo.
Una de las cuestiones fundamentales
a trabajar será la de los determinantes
sociales de salud, todos aquellos factores que influyen en la salud de la
población y que se salen del ámbito de la prestación de servicios sanitarios:
la lucha contra la erradicación de la pobreza, el acceso a la educación, el
poder disfrutar de agua en buen estado, cómo te alimentas, el cuidado de la
naturaleza... Factores que se suman a otras luchas necesarias como conseguir
unas políticas fiscales justas, una
apuesta por las políticas sociales,
unas políticas migratorias que pongan el
foco en las personas y unas políticas
macreoecónomicas que dejen de estrangular a las poblaciones más frágiles.
También es importante el cómo lo hacemos: hace mucho que ha
llegado la hora de formular políticas de
abajo hacia arriba, es decir, teniendo más en cuenta a la población,
fomentando su participación y consiguiendo resultados más duraderos a la largo
plazo.
El derecho a la salud es fundamental e indispensable para que las
personas puedan gozar del resto de derechos. Es obligatorio para los Estados
garantizar que todas las personas puedan disfrutar de este derecho en iguales
condiciones. Unas políticas de salud pública y de redistribución de la riqueza
que consigan acortar la brecha entre ricos y pobres en el acceso a la salud no
sólo son posibles, sino de obligado cumplimiento por parte de los Estados.
Nuestro deber como ciudadan@s: Exigirlas.
Francisco José Vega
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