El 25 de abril
observamos el Día Mundial de la Lucha contra la Malaria, que nos brinda la oportunidad
de reivindicar que, pese a los esfuerzos comprometidos por muchas instituciones
capaces de salvar más de 3 millones de vidas desde el año 2000 y reducir la tasa
de mortalidad mundial en más del 40%, lo cierto es que hemos de afrontar el
hecho de que esta enfermedad sigue matando a casi un millón de personas cada
año. Las mujeres embarazadas y niños/as menores de cinco años se cuentan entre
las poblaciones más vulnerables, especialmente en el África Subsahariana.
Lamentablemente, hay aún demasiados casos que siguen sin someterse a análisis,
no son registrados ni reciben tratamiento alguno. Además, los avances realizados
se ven comprometidos dado que el parásito aumenta progresivamente su
resistencia contra el tratamiento más eficaz conocido, la artemisina. La
malaria está mutando en formas que hacen que pueda ser intratable, lo que
agravará la actual situación, reducirá las posibilidades de curación, e incrementará
drásticamente el número de fallecimientos.
Por
todo ello, Medicusmundi reitera su
llamamiento a que se mantengan la inversión, el compromiso y la voluntad
política de mejorar la prevención y el control de la malaria, crear conciencia
acerca de esta epidemia como un problema de salud global con graves repercusiones
sobre el desarrollo de los países del Sur, e impulsar el cumplimiento de los
Objetivos de Desarrollo del Milenio en relación a la salud. Reivindica, además,
que sea priorizada la malaria dentro de los esfuerzos de cooperación
internacional al desarrollo, promoviendo el acceso universal a medidas
efectivas, poniendo fin al sufrimiento innecesario que causa una enfermedad que
se puede prevenir y tratar. La cooperación internacional no es sólo un lujo de
épocas de bonanza, sino un imperativo moral para unas relaciones
internacionales sanas y responsables. Y para seguir paliando el sufrimiento que
provoca la malaria es necesario que la comunidad internacional facilite la
financiación necesaria para proteger a todos los grupos en riesgo y apoye la investigación
y la innovación que conduzcan al desarrollo de nuevas herramientas.
Fuente:Comunicación
Medicus Mundi-Asturias.
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