viernes, 25 de abril de 2014

La lucha contra la malaria, en juego


El 25 de abril observamos el Día Mundial de la Lucha contra la Malaria, que nos brinda la oportunidad de reivindicar que, pese a los esfuerzos comprometidos por muchas instituciones capaces de salvar más de 3 millones de vidas desde el año 2000 y reducir la tasa de mortalidad mundial en más del 40%, lo cierto es que hemos de afrontar el hecho de que esta enfermedad sigue matando a casi un millón de personas cada año. Las mujeres embarazadas y niños/as menores de cinco años se cuentan entre las poblaciones más vulnerables, especialmente en el África Subsahariana. Lamentablemente, hay aún demasiados casos que siguen sin someterse a análisis, no son registrados ni reciben tratamiento alguno. Además, los avances realizados se ven comprometidos dado que el parásito aumenta progresivamente su resistencia contra el tratamiento más eficaz conocido, la artemisina. La malaria está mutando en formas que hacen que pueda ser intratable, lo que agravará la actual situación, reducirá las posibilidades de curación, e incrementará drásticamente el número de fallecimientos.
 
            Malaria y pobreza están íntimamente conectadas, siendo esta enfermedad prácticamente insuperable para los países más empobrecidos del mundo, que muestran un círculo vicioso de pobreza extrema y mala salud. Por ello, controlar la malaria no solo sirve para mejorar la salud humana: potencia además el bienestar social y el desarrollo económico. Sin embargo, con la excusa de la crisis económica, la Ayuda Oficial al Desarrollo ha tenido un recorte del 70% en los últimos cuatro años, actuación ilógica, temeraria, y que no es proporcional al recorte en otras partidas presupuestarias. Como siempre, el África subsahariana ha sido la gran damnificada, viendo cómo las ayudas del Estado español a sus países se han reducido de los 1.080 millones de euros que se destinaban en 2008 a unos 220, es decir, un 80% menos. Este escenario de recortes está empezando a ralentizar el aumento de intervenciones fundamentales contra la malaria en el continente, especialmente la distribución de mosquiteros impregnados de insecticidas de larga duración. Además, España sigue ausente de las grandes iniciativas globales como el Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Malaria y la Tuberculosis.

            Por todo ello, Medicusmundi reitera su llamamiento a que se mantengan la inversión, el compromiso y la voluntad política de mejorar la prevención y el control de la malaria, crear conciencia acerca de esta epidemia como un problema de salud global con graves repercusiones sobre el desarrollo de los países del Sur, e impulsar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio en relación a la salud. Reivindica, además, que sea priorizada la malaria dentro de los esfuerzos de cooperación internacional al desarrollo, promoviendo el acceso universal a medidas efectivas, poniendo fin al sufrimiento innecesario que causa una enfermedad que se puede prevenir y tratar. La cooperación internacional no es sólo un lujo de épocas de bonanza, sino un imperativo moral para unas relaciones internacionales sanas y responsables. Y para seguir paliando el sufrimiento que provoca la malaria es necesario que la comunidad internacional facilite la financiación necesaria para proteger a todos los grupos en riesgo y apoye la investigación y la innovación que conduzcan al desarrollo de nuevas herramientas.
Fuente:Comunicación Medicus Mundi-Asturias.

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